Temblar de miedo.

Hay días en los que ahogas con tus propias manos un anhelo, un tenaz deseo, que a fuerza bruta, sometes por entero. Hay días para clavarse en medio de la encrucijada, mirar al suelo, gritar que no, temblar de rabia , palparse el miedo, llorar sin consuelo. Hay días que pertenecen al silencio, para temblar de miedo, para empezar de cero. Para pensar en ti, mordiendo un te quiero. Para dejar ir, para volver al hielo. Para creer que así, ocurrirá algo nuevo.